martes, 4 de enero de 2011

Inteligencia, Desarrollo y Aprendizaje - 3

En cuanto al desarrollo físico existen contradicciones. Normalmente se dice que estos niños muestran un desarrollo escaso y que, tras su vuelta a la sociedad, crecen rápidamente. Sin embargo habría que matizar. Según se nos cuenta, Genie parecía menor de lo que en realidad era; pero pronto fue desarrollándose de manera adecuada. En su caso no es de extrañar si tenemos en cuenta que vivía confinada en una habitación donde apenas podía ejercitarse ya que estaba la mayor parte del tiempo sujeta a su sillita-orinal. En cuanto a Víctor, Virey nos informa de que “su estatura es bastante grande, y su nuevo género de vida le ha hecho crecer rápidamente varias pulgadas”. La acción inmediata sería averiguar si ha crecido gracias a su nuevo género de vida o debido al desarrollo natural de su edad. Aunque probablemente tengan limitaciones en su crecimiento que pueden ser subsanadas con la aplicación de una determinada alimentación, ejercicio adecuado y una vida menos problemática, no podemos descartar sin más el mecanismo de la propia naturaleza. Por supuesto gracias al mayor espectro de posibilidades que ofrece un nivel cultural más elevado, la persona debería desarrollarse mejor, qué duda cabe, el problema por tanto estaría en la obtención de lo necesario se encuentre donde se encuentre.

Con respecto al desarrollo intelectual, ya hemos visto cómo normalmente se parte de la consideración de que estas personas eran ya retardadas antes de producirse su anormal situación, algo que explicaría precisamente el origen de su abandono. Frente a quienes opinan así están los que consideran que el retraso intelectual que sufren no es más que el fruto de una falta de contacto social; ya sabemos que la sociedad es un factor decisivo en el desarrollo humano. Pero ya sea una u otra la postura inicial, la cuestión es si estos niños podrán desarrollar su mente o si tendrán que resignarse a vivir toda su vida en un estado de deficiencia.

Claro que consiguen un desarrollo intelectual pero, desafortunadamente, ese desarrollo no siempre satisface a los encargados de financiar la integración de estos niños en la sociedad. Son muchos los que parecen no darse cuenta de que ellos no pueden saltarse unas etapas que todos hemos precisado en nuestra educación. Si nosotros contamos con un largo periodo de entrenamiento, es muy lógico pensar que los niños salvajes lo necesitarán también, incluso más que el invertido por nosotros ya que tienen que desbaratar las estructuras en las que ya se movían y cambiarlas por otras nuevas, una tarea sospecho que nada fácil.

El tiempo, ese factor tan reñido con una visión económica de la enseñanza. Susan Curtiss señaló que el desarrollo del coeficiente mental de Genie, que en 1971 era de 38, conseguía ser de 53 un año más tarde, de 65 en 1974 y en 1977 de 74. El desarrollo por tanto resultó innegable; ahora bien, ¿pueden subsanarse totalmente los efectos destructivos del aislamiento? Creo que difícilmente, y eso es algo que debemos tener siempre presente; mejorar, sí, superarlos en la totalidad, lo veo más difícil, aunque nunca imposible. Y es que si algo nos demuestra la historia es que las sorpresas o los milagros también suceden.


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