sábado, 18 de julio de 2009

UNO MÁS UNO - (Parte 6 de 10)

Marta


Durante el desarrollo de un rodaje, la noche puede traer cuatro estados diferentes de ánimo: uno es el que le lleva a uno a vivir una noche desatada de lo que suele calificarse como locura y desenfreno. Por otra parte tenemos la noche llena del cansancio acumulado durante todo el día, y que no nos permite ni siquiera acordarnos de nuestros más escondidos problemas personales. También está la dedicada al trabajo, que, con más asiduidad de la debida, acude puntual a la cita. Por último nos encontramos con la noche nostálgica. Ésta puede experimentarse fundamentalmente en soledad o bien en compañía. La nostalgia de esta noche ha venido acompañada de uno de los actores más pesados que conozco en el tiempo que llevo dedicándome a esta profesión.

Cuando el buen humor le acompaña, y el whisky se halla lejos, Sergio Estévez es una persona muy sobrellevable. Aun diría más; incluso resulta encantador. Como muchos miembros de su gremio, Sergio encierra un sin fin de anécdotas que pueden animar la conversación más decaída. Desgraciadamente esta noche el whisky parece haber superado aquello de la ley seca, y favorece un no se qué de tristeza en el temperamento de Sergio. Esto confirma mi idea de que la única bebida que debe permitirse en los rodajes es la sana y alegre sangría, con la suficiente canela para despertar sentimientos profundos, pero sin llegar nunca al exceso del adormecimiento. ¡Sólo me faltaba esto! La llamada de esta mañana al cretino de Teo tiene que completarse con los desahogos sentimentales de este pesado. Lo que no entiendo es cómo podemos llegar a estos extremos de intimidad en el desarrollo de nuestro trabajo, especialmente cuando nos encontramos a algunos kilómetros de distancia de nuestros hogares.

Aquí y a estas horas de la noche, cualquier pudor está de más, y como si de un confesor se tratase, acerco mi pabellón auditivo para no perderme nada de lo que Sergio desee contar. O mucho me equivoco o esta noche terminará su larga perorata con una exteriorización de su necesidad de cariño, pero, aunque yo también la experimento, no estoy tan desesperada como para caer en los brazos de un hombre del talante de Sergio Estévez.

Si me atengo al elemento físico, he de admitir que el chico no está mal, aunque me temo que con tanto abuso de rayos UVA y viajes a Cancún, su piel se va a deteriorar en un muy corto espacio de tiempo. Bien pensado, la diferencia entre su piel y la de un labriego no es tanta.

Además del factor físico, no puedo olvidarme del espiritual y/o intelectual. En cuanto a este punto, si consiguiera vencer la necesidad de expresarme también yo alguna que otra vez, pudiera ocurrir que nuestros encuentros resultaran tolerables. Pero no me hago demasiadas ilusiones; las relaciones que me han mantenido al lado de actores no dejan demasiado espacio a la esperanza. La prueba la tengo esta noche. Cada vez que el plasta de Sergio me dirige una pregunta, con la mirada perdida dentro de un vaso de whisky al que hace tiempo se le ha licuado el hielo que conseguía mantenerlo fresco, yo, ingenuamente, me dispongo a contestar. Por supuesto, ni que decir tiene que Sergio se sorprende ante mi intención de ofrecerle una respuesta, e interrumpe repentinamente mi discurso. Sin duda son los efectos de haber interpretado demasiadas veces el papel de Hamlet, con sus constantes monólogos, lo que ha hecho olvidar a Sergio el intercambio necesario en toda conversación que se precie; diálogo versus monólogo.

Sergio se siente solo. Divorciado una vez, y separado dos, no consigue acostumbrarse a una habitación con su sola presencia. Por otra parte, la actriz con la que hace pareja en la ficción no está del todo mal y, además, el hecho de que compartan la misma profesión es un punto a favor de una posible relación. Cuando intento recordarle que tanto su exmujer, así como sus excompañeras también compartían su labor, Sergio me interrumpe alegando que yo no entiendo lo que él quiere decir. El problema surge del extraño hecho, que no por infrecuente deja de darse, de que la tal actriz, comparte en el momento actual un romance muy sonado en toda la prensa del país. Y claro, para colmo, esta noche, el galán que ha robado el corazón de la chica se lo debe estar acariciando en la oscuridad de una habitación del hotel. Y ésa es la razón por la que Sergio está aquí, a mi lado, bebiendo whisky tras whisky, y perorando todo el tiempo sobre lo complicado del amor.


Ya he hecho varios intentos de dar por zanjada nuestra reunión, pero, ni por más bostezos que lanzo, bostezos ostensibles, faltos de todo recato, mi acompañante de esta noche se da por aludido. Para él soy una simple espectadora que, en todo caso, realza sus pensamientos. Mañana, por la mañana, los dos nos sumergiremos en los secretos de nuestras respectivas profesiones, y nos saludaremos con la camaradería que nos da el oficio; pero, probablemente, ni una sonrisa cómplice trascenderá de esta reunión que mantenemos en uno de los rincones más oscuros del mortecino bar.

* Obra de Toulouse-Lautrec

CONTINUARÁ...


3 comentarios:

Myriam dijo...

Mmmmm Veremos que pasa mañana!!!

Y sigue disfrutando de tus bienmerecidas vacaciones!!!!


Besos

Helen Maran dijo...

TE DEJO TAMBIEN AQUI EL MENSAJE LOS REGALOS SON PARA LOS DOS BLOG, ESTE QU
E NO CONOCIA ES HERMOSO TAMBIEN
COMO TODO QUE
HACES,SU
ERTE,FELIZ SEMANA DEL AMIGO,HE LLEGADO A TU BELLA CASA, PARA INVITARTE A PASAR POR EL BLOG,HAY MUCHOS PREMIOS QUE QUIERO COMPARTIR CONTIGO,ABRAZOS DE LUZ DESDE ISRAEL.

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Patricia dijo...

Me parece que Sergio es una persona complicada :) pero puede ser solo la primera impresion que da a mi parecer..veremos mas despues...que interesante se pone!
besos,