El primer caso que voy a mencionar es el de un muchacho de unos doce años encontrado en los bosques de Hamelin, Alemania, en 1724 o 1725 (las fechas no coinciden). Antes de continuar con esta historia me gustaría significar algo que me resulta sorprendente y es la dificultad de datar cualquier acontecimiento; incluso para los más recientes existen fechas dispares, y no sólo en temas tan peculiares como éste sino en cualquier asunto que desee abordarse.
Volviendo al personaje de Pedro, parece ser que caminaba a cuatro patas y se movía por los árboles como si de una ardilla se tratara. Además, su alimentación consistía en algo inusual para los seres civilizados ya que no suponía ningún problema para él saborear la hierba, por ejemplo. Por si aquello no fuera suficiente para producir el asombro, el niño no sabía hablar.
Pedro fue presentado al Elector de Hanover, el rey Jorge I de Inglaterra, y éste se lo cedió como “regalo” a la Princesa de Gales. Tanto el doctor Arbuthnot como James Burnett, Lord Monboddo, consideraron a Pedro un niño criado en estado salvaje. Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con este diagnóstico, y sostuvieron por el contrario que el niño había sido abandonado muy poco tiempo antes de su captura a causa de su retraso mental. Claro que si esto fuera así, habría que preguntarse por qué sus progenitores esperaron tanto para deshacerse de él. De cualquier manera hoy existen dudas sobre este caso y se apunta a que dicho personaje, en caso de haber existido realmente, habría vivido solo y abandonado tan sólo durante un año.
Pedro murió en 1785, cuando contaba más de setenta años y parece que nunca aprendió a hablar correctamente aunque consiguió otros logros, como por ejemplo el de caminar erecto.
Éste es uno de esos casos que, aún contando con la biografía escrita por madame Hequet y con la información de Lord Momboddo, continúa casi inscrito en el terreno de lo fantástico por la falta de precisión en los análisis realizados. No quiero decir con ello que la niña no fuera real, ni mucho menos, el mismo Jean Marc Itard (de quien hablaremos más adelante) hace referencia a ella; lo único que digo es que lo que se nos cuenta de ella hace difícil una valoración exacta sobre su caso, al menos por los datos que yo he podido recoger.
Esta niña apareció en los bosques de Songy, en la Champagna francesa y por esta razón es conocida como la niña de Songy. Es cierto que manifestaba grandes muestras de salvajismo, pero también de humanidad; por ejemplo, se acompañaba de un palo que le servía para la defensa; con él parece que hirió a un perro, por ejemplo. No sólo eso, sino que, aunque apareció sola, había compartido parte de su existencia con una compañera a la que también agredió sin darse cuenta probablemente de las consecuencias de sus actos. No está claro si su compañera murió de resultas de este altercado o si simplemente decidió separarse de quien ya no le daba excesivas pruebas de beneficencia.
Cuando fue hallada Memmie, contaba unos dieciocho o diecinueve años. Las suposiciones hacen creer que fue arrancada de su vida social a los siete años, y que tras muchas vicisitudes hubo de vagar sola por los bosques de Francia.
Nunca se supo su verdadero origen geográfico, pero, según relató ella misma más tarde, fue vendida como esclava y al naufragar el barco en el que viajaba nadie hizo nada por salvar su vida. A pesar de todo, consiguió llegar a nado a tierra firme, así como otra compañera de infortunio que se había agarrado de su tobillo.
Debido al tiempo de aislamiento sufrido, Memmie experimentó gran pérdida de las facultades que la civilización desarrolla, pero tras un periodo de aprendizaje pudo relatar sus experiencias, aunque con mucho desconocimiento por su parte; no hay que olvidar que era una niña cuando fue separada de los suyos y llevada a otro lugar lo que provocó que no contara con las suficientes referencias culturales que pudieran aclarar su misterio, pero también parece cierto que albergaba en su memoria suficientes datos para una socializacion posterior, cosa difícil cuando el extravío o abandono del niño es demasiado temprano.
Memmie fue bautizada en 1732 y, desde su reingreso en la sociedad humana, vivió en diversos conventos.
El enigma que supuso Kaspar Hauser continúa aún en nuestros días, y así creo que continuará a medida que el tiempo corra y se haga más difícil la separación entre realidad y leyenda. Si tenemos en cuenta que su pasado quiso ser ocultado en vida de Kaspar, no hay razones para suponer que ahora nos sea más fácil que entonces recopilar datos fehacientes sobre su misterio. Cuando Kaspar Hauser apareció en sociedad lo hizo de una forma altamente melodramática un 26 de mayo de 1828 en la ciudad alemana de Nüremberg. Aparentaba unos dieciséis años y lo primero que hizo fue entregar una carta dirigida al capitán del 4º escuadrón, regimiento 5 de caballería. Lo único que sabía decir era “quiero ser soldado como mi padre” y un “no sé” mal pronunciadocon el que contestaba a las demás preguntas que se le formulaban. Sin embargo, si conocemos su nombre es porque él mismo lo escribió. Además en la carta que traía consigo, un hombre relataba cómo Kaspar le había sido entregado a su custodia en 1812 y el destino que debía tener como soldado, precisamente de caballería.
Tras un examen médico, el doctor Preu emitió el siguiente informe: "Este joven no es ni un loco ni un imbécil, pero es manifiesto que se le ha separado por la fuerza y con la mayor crueldad de todo contacto con los hombres”. Aquí se hace preciso matizar algo muy importante. Términos como “idiota” o “imbécil”, empleados sin ningún recato por doctos eruditos de épocas anteriores, no deben sorprendernos ya que con ellos se denominaba a quienes hoy llamamos deficientes mentales; por tanto, estos términos tomados de los escritos de otras épocas no pueden ser considerados ofensivos en ningún momento, pues ésa no era la intención -que se sepa- de quienes los aplicaron; por tanto, que nadie vea en ello una ofensa sino una descripción de acuerdo a los criterios y a la terminología de la época que, por supuesto, hoy parece bastante desacertada.
Al hilo de lo anterior, parece ser que cuando Kaspar pudo hacerse comunicar contó que había sido mantenido en su encierro durante unos doce o trece años, recibiendo sólo la instrucción que le permitió escribir su nombre y decir las palabras que pronunció en el primer encuentro con otro ser humano. Parece, además, que de cuando en cuando se le administraban drogas probablemente para sumirlo en un sueño que permitiera a sus guardianes efectuarle las labores de aseo necesarias.
Además de los problemas de comunicación, que pudieron ser bastante bien superados, Kaspar manifestaba una preferencia por la soledad y por los espacios oscuros; entornos en los que había sido criado y que, por tanto, tenían que resultarle más familiares.
Una vez liberadono fue difícil enseñarle a escribir e incluso proyectó su autobiografía, pero entonces surgió un nuevo drama: alguien estaba atentando contra su vida. En 1829 sufrió su primer atentado del que pudo sobrevivir; no así del segundo, ocurrido en 1833. Si el misterio ya era grande, tras las extrañas circunstancias de su muerte lo fue mucho más. Algunos pensaban que Kaspar Hauser era en realidad un hijo ilegítimo de la casa real de Baden y que su presencia hacía peligrar los derechos de sucesión. Eso explicaría, a juicio de éstos, el interés por mantenerlo alejado de la sociedad y que se empleara cualquier medio para que siguiera siendo así.
El descubrimiento de Amala y Kamala acaeció en el año 1920 en la India. Allí un misionero y encargado del orfan
ato de Midnapore, llamado J. A. L. Singh, se encontró con una situación que le era absolutamente desconocida: el cuidado de dos niñas abandonadas en la selva. A la mayor, que recibió el nombre de Kamala, se le suponía una edad de unos ocho años; en cuanto a la pequeña Amala no parecía alcanzar ni siquiera los dos años. En un principio todos supusieron que las dos niñas eran hermanas, pero pronto se llegó a una conclusión bien diferente: no existía parentesco sanguíneo entre ellas. Si ya era sorprendente que una niña de ocho años conviviera con lobos apartada de cualquier contacto humano, lo fue mucho más el que una segunda, de apenas dos años, compartiera el mismo destino por las que se suponían circunstancias diferentes.
El reverendo Singh cuidó de la educación de las pequeñas. Desgraciadamente, a causa de una enfermedad, la pequeña Amala murió a los dos años de haber sido descubierta; en cuando a Kamala sólo pudo sobrevivirla otros nueve años. Mientras vivieron las dos al cuidado de Singh, la socialización resultó difícil; fue a raíz de la muerte de Amala, al quedarse
Kamala sin la compañía a la que estaba acostumbrada, cuando se inició un mayor aprendizaje para ella. Esto no debería sorprendernos; al fin y al cabo un problema semejante se detecta en los alumnos que acuden a colegios de verano para aprender una lengua extranjera; la mayor dificultad que surge en estos grupos es la inercia que lleva a cada uno a relacionarse con aquellos estudiantes ya conocidos, dificultándose así, precisamente, esa ampliación de horizontes que se pretende.
El caso de estas dos niñas fue relatado por Arnold Gesell, especialista de la Universidad de Yale, y por el antropólogo Robert Zingg, pero no todo el mundo creyó su historia y, seg ú n cuenta John McCrone en su libro The Myth of Irrationality, sufrieron duras consecuencias por ello. En cuanto a Gesell dice McCrone que fue separándose poco a poco del debate surgido en torno a este asunto; y por lo que respecta a Zingg, se nos dice que perdió su puesto académico y que terminó sus días ejerciendo actividades de lo más dispares, como por ejemplo conductor d e tren e incluso vendedor de productos alimenticios enlatados.
Resulta curisa esa tendencia del ser humano de tachar todo aquello que no le interesa creer como una invención más o menos afortunada de alguien. Desde luego, lo sucedido con Gesell y Zingg deja patente que, aunque en ocasiones, el contacto con estas situacion es puede conducir a un encumbramiento en determinadas carreras profesionales, no parece m enos cierto que también pueden producirse efectos nocivos. Y es que cualquier situación fuer a de la normalidad conlleva necesariamente riesgos.
Quien fuera identificado mástarde, en la aldea de la que procedía, como John Ssebunya fue localizado en Uganda en el año 1989 cuando contaba unos seis años de edad. John había vivido con unos monos tras haber escapado horrorizado del asesinato de su madre c uando el niño contaba unos cuatro o cinco años de edad. John adquirió las costumbres de estos animales y fue olvidando las humanas. Aunque esto pueda resultar muy cho cante para más de uno, quizá sirva como ejemplo esclarecedor otro hecho acae cido a principios del siglo XVIII y que fue la fuente de inspiración de la que se sirvió el escritor Daniel Defoe para su obra literaria Robison Crusoe. En 1707, Alexander Selkirk fue abandonado a su suerte en la isla de Más a Tierra (cuyo nombre hoy ha sido modificado), en elarchipiélago Juan Fernández (Chile); allí permaneció en soledad hasta 1709, y cuando fue rescatado había perdido los hábitos d e la civilización e incluso el habla; si bien es verdad que, a juzgar por lo que sabemos de su vida posterior, es más que probable que pudiera recuperar lo perdido, incluso el habla.Volviendo a John Ssebunya, en el artículo sobre él publicado en The Scotsman por Sally Magnusson en octubre de 19994, durante el tiempo que permaneció con los monos adquirió una costumbre que nada tiene que ver con la conducta humana: John no bebía. ¿Cómo pudo sobrevivir entonces y por qué hacía esto? Sencillamente siguió la conducta de los monos con quienes compartía su existencia y que obtienen el líquido necesario para la vida a través de la fruta con la que se alimentan. Además, siguiendo también en esto un proceso de imitación, John empezó a emitir sonidos como los de sus compañeros. Ni que decir tiene que este niño tuvo que ser reeducado pues sus hábitos sociales dejaban mucho que desear. Hoy es capaz de relatar su historia y cuenta cómo los monos le ofrecieron comida. Incluso se le permitió un reencuentro con aquellos que habían compartido su existencia; eso sucedió cuando el muchacho ya contaba 14 años, y lo que llamó la atención a los observadores es que cuando estuvo frente a sus antiguos vecinos adoptó de inmediato una de sus costumbres: no mirarlos de frente para no despertar su agresividad. Actualmente incluso ha conseguido ser miembro del coro infantil Pearl of Africa. Para sus padres adoptivos, Paul y Molly Wasswa el factor más importante para que pudiera conseguirse su reinserción en la sociedad lo constituyó principalmente algo tan básico como el amor.
En pleno siglo XXI, en la era de las naves espaciales, volvemos a encontrarnos con una historia como la de Traian Caldarar, hallado por un pastro en Rumanía a la edad de 7años. Existen suposiciones de que este niño vivió entre perros salvajes durante tres años. Su madre lo reconoció al darse la noticia y corrió a reclamarlo. Según un artículo publicado en The Scoop la madre se había separado del marido que no le permitió llevarse a Traian; la mujer alegó malos tratos y supone que la huída del niño está relacionada también con hechos semejantes.
Según diversas informaciones el pequeño no hablaba, caminaba como un animal y cuando se intentaba acostarlo en la cama prefería dormir debajo de ella. El niño tendrá que ser reeducado tras este largo tiempo separado de la sociedad con el hombre.
2 comentarios:
Querida Hadita, ver estas imagenes de estos niños me mueven los sentimientos como madre que soy.
Cuanto amor les podríamos hacer llegan entre otras cosas por supuesto y que poquito se siguen las pistas de los desfavorecidos por diferentes motivos o causas, para intentar calmar un poquito sus necesidades...
Porque cuando ya nos vallamos a encontrar ya es demasiado tarde...
Un besito muy muy fuerte y feliz semana para toda la familia...
Marí
HOLA MARÍA FERNANDA:
SON HISTORIAS FASCINANTES, ALGUNAS LAS CONOCÍA "POR ENCIMITA" Y GRACIAS A TU POST HE PODIDO PROFUNDIZAR EN SU CONOCIMIENTO.
LOLA CIENFUEGOS
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