sábado, 1 de agosto de 2009

UNO MÁS UNO - (Parte 8 de 10)

Marta


Está visto que a los hombres no se les puede desentrañar ningún secreto que ataña a nuestros sentimientos. Parecen el espíritu de la eterna contradicción: cuanto más los quieres, más indiferencia les causas; cuanto más les hieres, más y más buscan el castigo. ¿Por qué he tenido que decirle que lo necesito?

Durante muchos años he podido manejarme por la vida sin que él estuviera acompañando mis pasos; ¿a qué viene ahora eso de descansar en él? Mi fracaso matrimonial podía haberme enseñado algo en la vida. Claro que cuando lo nuestro se acabó, consideré que
mi ex era una de aquellas excepciones que había tenido la desgracia de encontrar. Lo terrible es que parece que la verdadera excepción todavía no me ha sido presentada.

Creo que si un hombre me dijera que me echaba de menos, me derretiría como la margarina que conservo en mi defectuoso e insuficiente refrigerador. Claro que habría que matizar. No todo varón podría rasgar mi frágil fibra sensible, ni mucho menos. De cualquier modo siempre queda aquello del propio orgullo, pero...

Lo cierto es que Teo ha debido considerar preferible una taza de café perdida entre los innumerables libros que siempre le rodean, al encuentro con mi cuerpo; porque si éste no consigue ser buen reclamo ¡para qué hablar de mi espíritu¡

Y para colmo el pesado de Sergio. Ahí está, completamente olvidado de la tabarra que me ha dado durante casi toda la noche, dejándose los ojos en el maldito guión que no consigue aprenderse. Digo yo que si algo debe tener un actor es buena memoria, pero parece que tal característica no es propia de Sergio Estévez. Me temo que el rodaje de hoy se va a alargar más de lo debido, y todo por culpa, entre otras cosas, de la manía que le ha entrado al nuevo cine español de recoger el sonido en directo. Para hacer semejante cosa hay que contar con actores que de verdad lo sean; pero, claro, ése es un tema del que no se puede hablar.

El cine, sujeto pasivo y activo de mi vida. Cualquier acontecimiento de mi existencia se ve directamente relacionado con él. Al fin y al cabo él llenó de sueños mi imaginación infantil; y, con lo que mostraba, pude sentirme identificada en múltiples situaciones de mi vida. Creí que, una vez que me dedicara de forma profesional al mundo del cinematógrafo, la magia que ejerce en sus espectadores se evaporaría en mí, pero, sin embargo, no ha sido así. Aunque haya tenido a mi lado, en la sala improvisada de maquillaje de cualquier hotel de cualquier geografía, al mismísimo Christopher Lee transformándose en el sanguinario Drácula, una vez en la oscuridad de cualquier sala de barrio, el vampiro logra imponerse a la realidad, consiguiendo mi estremecimiento.

El cine y yo. Yo y el cine. A veces resulta difícil establecer una división entre estos dos entes, y resulta mucho más difícil el que los que se encuentran fuera del tándem que formamos los dos lo entiendan; pero no puedo olvidar que el invento de los hermanos Lumière ha sido trascendental para mí. ¡Buenos chicos aquellos Lumière! Probablemente sea el mismo cine que me da vida el que esté actuando en estos momentos en mi contra. Por una parte, su realización me mantiene alejada del hombre con el que más deseo estar. Por otra, quién sabe si el tal Teo no estará arruinándose la vista ante un defectuoso vídeo de amor...

CONTINUARÁ...

* Obra de PICASSO





2 comentarios:

Patricia dijo...

Marta, que conflicto que lleva en la cabeza, eso de poder entender a los hombres a veces se hace tan dificil (creo que tiene sus epocas no?) Teo, Sergio haaaaa a veces las cosas suelen complicarse mas de lo que uno imagina...esperare proximos posts...haber que pasa...
Hadita querida, se que estas en vacaciones y muy felicota veraniando pero si tienes un tiempito te deje un regalito en mi blog motivando.
Besitos, feliz semana!!

Myriam dijo...

Quién sabe.... Quién sabe....